Adelantándose a la salida democrática, el Grupo Escorpio surgió como respuesta directa a una vivencia particular de uno de sus fundadores, quien fuera extorsionado por un funcionario policial, bajo amenaza de arresto. Otros miembros fundadores habían sido víctimas de la violencia policial que durante todos los años ochenta, incluso en democracia, realizó detenciones arbitrarias y razzias en la capital.
Si bien los chantajes y la violencia policial habían sido moneda corriente en distintos momentos de la historia de la ciudad, solo tras el final de la dictadura se pudo, a través del diálogo de la organización con el nuevo jefe de Policía, empezar a poner fin a esas prácticas.
El diálogo con algunos actores institucionales que llevó a cabo Escorpio, así como la vinculación que establecían entre sexualidad y derechos humanos, marcarían a fuego una tendencia que retomarían gran parte de las organizaciones que vinieron después.
La actividad del grupo se centró también en la información y el autocuidado como pilares fundamentales. Durante su existencia, Escorpio funcionó de manera clandestina, manteniendo en secreto la totalidad de las identidades de sus miembros. Esto se debió no solo a la violencia ejercida por el poder dictatorial o a las experiencias de chantaje, sino también a la discriminación aun reinante en la sociedad civil en la flamante democracia.
Una de sus más memorables intervenciones consistió en pegar en las cisternas de los baños públicos frecuentados por la comunidad LGBTIQ+ un volante que alertaba sobre las prácticas de chantaje e informaba sobre la legislación vigente en el país, con la frase “la homosexualidad no es delito en Uruguay”. La finalidad de esta movida era proteger a quienes cayeran, por cualquier motivo, en manos de la policía.
Escorpio emitió en 1985 el llamado “Manifiesto Homosexual”, en el que reivindicaba un nuevo orden erótico que flexibilizara los roles de género y reconociera que la homosexualidad no era una patología ni un vicio ligado al consumo de drogas, sino una alternativa más en el terreno de la sexualidad.
Si bien en 1973 se había quitado del listado de enfermedades mentales del DSM-3, en nuestro país persistía una visión institucional patologizadora de la homosexualidad. Además, Escorpio fue pionera por el reclamo histórico de desestigmatización y acceso a la salud en lo que respecta al VIH-SIDA, pandemia que ingresó a nuestro país en 1983.
La fuerte discriminación en democracia y el cierre de todos los caminos de diálogo con los movimientos sociales de los años ochenta debilitaron y terminaron por desarticular al grupo, que deja de estar activo en 1987. Sin embargo, el legado de Escorpio no solo es notorio por el modo de trabajo que tuvo la organización, sino también por el impacto que tuvo en la memoria de las generaciones siguientes.
